domingo, 13 de noviembre de 2011

Sibaritismo musical

Jazz
Soy francés y en esto del Saxo no hay quien Megane

Tom Hanks, dando vida a Forrest Gump en la película de mismo nombre allá por 1994 haría famosa esta frase: “La vida es como una caja de bombones. Nunca sabes lo que te va a tocar”. Una idea que puede dejar entrever lo aquí quiero plasmar, aunque yo no guste de dicha cita por la, segundo mi, inconexión conceptual patente de la comparación. Pero eso es otro cantar. La vida, aún si es una caja de bombones, la cisterna de un camión-cisterna (valga la redundancia) que simplemente da vueltas, o la sucesión de las diferentes estaciones anuales repetidas cíclicamente, lo cierto es que siempre depara cambios, novedades, sorpresas y caminos sin recorrer. En este caso, a mí me ha llegado el momento de explorar nuevos caminos, de volver a cambiar de estación del año, de alimentarme nuevamente con masas de mortero, o de probar los bombones menos atractivos que en un principio fueron abandonados en la bandeja. Estoy seguro que algo nuevo que nunca había probado y que de entrada no me había entrado por los ojos, aún lejos de completarme, me perfeccionará (o al menos mejorará).

Así pues, ante esta hambre de cambio y nuevas experiencias, se ha levantado en mitad de mi camino, tal que una estatua recién esculpida, la necesidad de emplear mi tiempo libre en recorrer nuevos horizontes desconocidos. Y es por eso que, tal y como sugiere el título de la entrada, me halle en un momento en el que las ansias por catar nuevos colores de voz, culturas y formas de vida musicales estén al acecho. Ayudado, todo hay que decirlo, por cierto festival de música que tendrá lugar la próxima semana en un conocido local de mi ciudad, donde muy gustosamente me daré de bruces con el Jazz. Sí, Jazz, ese símbolo de identidad americana, íntimamente relacionada con el saxofón y propia de las BSO ambiental de infinidad de filmes. Poco más puedo que añadir puesto que no soy ni mucho menos un gran entendido. Ya que estamos, no descarto en un futuro el Blues, el Country y otros estilos de tinte étnico.

¿Y por qué ahora y no antes? Sinceramente, de los tres estilos de música nombrados, sin haber renegado en absoluto de su existencia, jamás habían creado en mi la necesidad de escucharlos, supongo que penalizados por la escasa cultura que de ellos se guarda en mi entorno, cultura, sociedad, etc. Tampoco voy a negar que algo haya tenido algo que ver el pequeño escepticismo que me embarga ante todo ese afán de protagonismo y complejo de inferioridad que embriaga la exclusividad que ondea como bandera el pueblo norteamericano en todos los campos en los que lucha con ánimo de erigirse como el modelo a seguir. Aún así, aún a pesar de sus costumbres más que discutibles, guiadas por la doble moral, no debemos obviar el resultado de lo ambicioso de las mismas. Han conseguido, en el apartado artístico, aunar y cultivar aspectos multiculturales que enriquecen las mismas, dando como producto grandes obras musicales. Y quien habla de música, podría decir lo mismo de la pintura, el baile y sobre todo el cine.

Así es como curioso yo, e indagando sobre lo referente al Jazz en un afán de acercarme a él paulatinamente, recurro a la enciclopedia virtual por excelencia: doña Wikipedia (no se me puede tachar de original, lo reconozco); en la que comienzo a leer y me quedo con sus inicios, de entrada difusos eso sí.
El jazz es un género musical nacido a finales del siglo XIX en Estados Unidos que se expandió de forma global a lo largo de todo el siglo XX.
Entre los muchos intentos de delimitar y describir el complejo fenómeno del jazz, el crítico y estudioso alemán Joachim-Ernst Berendt, en su obra clásica El Jazz: De Nueva Orleans al Jazz Rock, nos dice:
“El jazz es una forma de arte musical que se originó en los Estados Unidos mediante la confrontación de los negros con la música europea. La instrumentación, melodía y armonía del jazz se derivan principalmente de la tradición musical de Occidente. El ritmo, el fraseo y la producción de sonido, y los elementos de armonía de blues se derivan de la música africana y del concepto musical de los afroamericanos.”
El mismo autor continúa describiendo tres elementos básicos que distinguen el jazz de la música clásica europea:
  • Un ritmo especial conocido como swing.
  • El papel de la improvisación.
  • Un sonido y un fraseo que reflejan la personalidad de los músicos ejecutantes.1
Luego de leer esto, y sabiendo que “La identidad musical del jazz es compleja y no puede ser aislada ni delimitada con facilidad”, tal como se señala en la continuación de este extracto del primer hipervínculo, a uno no le queda más que profundizar en lo que supone este estilo de música para valorarlo con un mínimo de criterio objetivo. Simplemente porque ahondar en su mundo suena profundamente diferente y motivador. Lo diferente, como es sabido, es raro; lo raro es escaso; y lo escaso valioso. Al menos así lo concibe este servidor. Pero esas ya cosas mías. Lo que es seguro es que en breves os relataré la experiencia que me haya supuesto el primer contacto serio con el Jazz, aguardando haber pulido mis conocimientos respecto a él con el ánimo de no verter opiniones poco fundamentadas y/o elaboradas.

Para finalizar, os dejo con la canción más conocida del más representativo saxofonista segundo mi (será porque es prácticamente el único que asocio a dicho estilo). Que la disfrutéis.


Por Marcos Pantani

 
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